
Ligada a las brillantes luces doradas y verdes de la Aurora Boreal, la piedra labradorita es tan mística como sus colores cambiantes iridiscentes sugieren.
Nacida de las tormentas de las Luces del Norte, fue descubierta por vez primera en la región de la península del Labrador de Canadá. Por eso se llama Labradorita.
Una gran cantidad de colores azules, verdes, dorados ardientes y etéreos se pueden encontrar brillando en la superficie de este mineral multicolor.
Personalmente te diré que las piedras curativas están a menudo conectadas con lo que nos sobrecoge. En este caso no nos extraña que se asociara la labradorita a la magia. Sus colores danzaban en el cielo a medianoche.
Los Inuit y la labradorita
Este mineral tiene una larga y extensa historia y gracias a sus ricas vibraciones chamánicas, sus historias están relacionadas con los cuentos del pueblo inuit (es decir, los esquimales).
Sus leyendas cuentan que al principio, el mundo era solamente agua, una vasta inmensidad de agua.
Un día, empezaron a caer rocas del cielo, éstas se fueron acumulando hasta sobresalir del agua y crear la tierra firme.
Cuando los primeros hombres y mujeres ya vivían sobre la tierra, una madrugada, una mujer guerrera inuit que estaba de caza se fijó en unas rocas que sobresalían de entre los hielos.
Con la escasa luz que había, las rocas tenían colores como el arcoíris después de la lluvia, y centelleaban como las estrellas del cielo. ¡Debían ser mágicas !
Con la ayuda de su cuchillo recolector quiso llevarse algunos pedazos para honrar al dios Kaila.
Con mucho esfuerzo iba introduciendo el cuchillo entre las grietas pero no conseguía nada. Pasaron varios días hasta que se decidió por contarlo a otras mujeres de la tribu que fueron, presas de la curiosidad a ver esa maravilla con sus propios ojos.
Intentaban por separado conseguir un trozo. Algunas portaban martillos hechos con piedras, otras cinceles de hueso, pero no podían arañar la superficie.
Entonces, un día, decidieron colaborar y ayudarse mutuamente. Consiguieron abrir pequeñas grietas donde clavaron estacas de madera mojada. El frio de la noche transformaba el agua en hielo y al día siguiente podían hundir la madera un poco mas.
Con este truco se consiguió romper un trozo y ante la mirada maravillada de las presentes, casi todos los colores danzantes de la piedra se escaparon al cielo, formando lo que ahora conocemos como la Aurora Boreal.
Llevaron el pedazo de piedra a la aldea donde se partió en trozos mas pequeños para recordar el momento donde la unión del pueblo triunfó.
Los poderes místicos de la labradorita eran tan fuertes que los Innuit incluso la utilizaban con fines medicinales, moliéndola hasta convertirla en polvo y aplicándola en diversos tratamientos. En Terranova y Labrador se utilizaba para todo tipo de aplicaciones con el fin de mejorar su vida, pero quizá la más común era la práctica de cortarla y pulirla para usarla en joyería.
Los misioneros moravos viajaron a esta remota tierra salvaje canadiense en el siglo XVIII y quedaron tan encantados con las místicas piedras que las llevaron a Europa como trofeos.
En Finlandia, llamaron a esta piedra Espectrolita, ya que parecía capturar todos los matices de todo el espectro visible.
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