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Leyenda de la Amatista o de cómo el dios del vino lloró por primera vez

Leyenda de la amatista

Esta es la leyenda de la piedra amatista, si quieres conocer las propiedades mágicas de la amatista mira aqui.

La leyenda de Amatista y Dionisio 💜😈

Estaba Dionisio, dios griego del vino, acampado junto a un riachuelo en un  hermoso claro del bosque junto a su séquito.  Bajo la sombra de un grandioso roble estaba su carro cargado con barriles de vino que nunca  se  agotaban.

Centauros, sátiros y ménades acudían a llenar sus vasos y a rendir homenaje bajo la indulgente mirada del bellísimo dios.

No existía naturaleza ni femenina ni masculina que no se sintiera seducida por sus alegres pasiones sin medida. Las risas pícaras y los sonidos guturales se mezclaban con la brisa invitando a cualquiera a unirse a la eterna bacanal.

Al atardecer, Dionisio quiso tomar un baño. Se acercó a la orilla del río, se quitó la blanca túnica y se zambulló bajo la superficie cristalina. La corriente le llevaba suavemente y la música se confundia con el murmullo de las aguas.

Cuando se disponía a volver,  vio una mujer bañandose un poco más abajo.  Ella estaba completamente desnuda, se lavaba con tanta naturalidad que Dionisio se quedó mirando cada detalle. En aquella piel tan blanca, queria ser las gotas de agua que rodaban por cada curva de su cuerpo.

La inocencia es un poderoso afrodisiaco y deseó convertirla en ménade, para que siempre estuviera a su lado, excitada y complaciente.

La persecución

Con sumo cuidado, salió del río y ocultándose entre los arbustos se fue acercando a la muchacha. Vio sus ropas cuidadosamente  dobladas, solo consistan en una túnica parda, unas sandalias de  cuero, un arco y un carcaj. Quiso acercarse más y pisó una rama seca, cuyo crujido espantó a la muchacha que cruzó hasta la otra orilla y huyó corriendo.

Dionisio,  visiblemente excitado, corrió detrás de ella. Ya nada le impedía mostrar su divinidad y en unos poco pasos casi habia dado alcance a su presa.

La muchacha imploró a Diana, la diosa a la que se consagró no hacia mucho, que la ayudara a salir de este trance sin ser violada, ya que había realizado voto de castidad.

Diana, que odiaba profundamente al dios borracho y lujurioso, transformó a la muchacha en piedra transparente delante de Dionisio obligándole a frenar la carrera en seco.

El dios, muy contrariado,  se sentó en el suelo durante toda la noche y cuando amanecia, estando completamente sobrio, recapacitó sobre lo que había sucedido.

El arrepentimiento

Se levantó  y con sus brazos rodeó la roca inerte. Las lágrimas brotaron de sus ojos, tiñiendo de violeta los cristales transparentes allí donde caían.

Pidió perdón a la doncella, lamentando profundamente haber querido conseguir por la fuerza lo que hubiera sido mas fácil conseguir con palabras.

Llevado por el arrepentimiento, juró que desde ese momento, donde estuviera esa roca o algún pedazo, no habría posibilidad de embriago y, apesadumbrado, volvió a su fiesta.

La muchacha se  llamaba Amethystos.

Drusa de amatista

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